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Artículos de opinión

Ética – Universidad y Sociedad

  Por: Marco Antonio Piedra Aguilera -

Por estos días, uno de los principales valores que debemos promulgar a toda la sociedad y de la cual nos debemos embeber por completo es la ética, y no nos referimos únicamente a esos efectos de falsas moralinas y de preceptos conservadores que pueden hacernos creer que ser ético es solo un comportamiento momentáneo o una actitud frente a una determinada situación, sino que hacemos hincapié a esa forma particular de vida que debe existir en todos quienes formamos parte de una sociedad, sea como padre, esposo, hijo, profesional o como un miembro de una comunidad determinada.

Bicentenario y universidades

  Por: Juan Morales Ordóñez -

Las diferentes celebraciones cívicas cumplen propósitos que tienen que ver con el fortalecimiento de la identidad colectiva como fundamento para el mejoramiento y la proyección social. La ciudad de Cuenca, con ocasión de los doscientos años de su independencia de España, conmemora esta fecha con una serie de actividades marcadas por el amor de los ciudadanos por su tierra, sus logros y su cultura que permite afirmar que somos una comunidad que se ha construido a sí misma pensando en el bien colectivo que se evidencia en sus servicios públicos, como agua potable, alcantarillado, tratamiento de aguas residuales, procesamiento de basura, servicio telefónico y de conexión a internet, salud, educación, transporte público; y, en sus emprendimientos privados que han generado riqueza compartida por su éxito en industrias diversas, como línea blanca, cerámica, muebles y comercio, definidas todas ellas por la búsqueda de la calidad profesional y por la utilización de tecnologías y estrategias de producción.

Evidencias

  Por: Juan Morales Ordóñez -

Todos conocemos el deterioro indetenible de las condiciones ambientales en el planeta. Desde hace mucho, tantos lo han dicho y lo han escrito vehementemente que esa perspectiva forma parte de la opinión social contemporánea. Casi sin excepción, científicos, pensadores y ciudadanos coinciden en ese enfoque que es llevado a obras de literatura, artes plásticas, cine y otras formas de expresión de una humanidad que comprende la vida y ve su futuro como decadente y oscuro por el deterioro de las condiciones naturales de la Tierra.

En este escenario, precario e insostenible, se presentó la pandemia provocada por el COVID-19 que no es sino un ejemplo de todo lo que es posible, porque hemos hecho tanto para destruir que lo hemos logrado. Las condiciones están dadas para que el equilibrio se rompa y nos precipitemos desamparados a ‘nuevas normalidades’ que no son sino formas decadentes de vida. En el futuro inmediato, los nuevos y probables acontecimientos catastróficos podrían estar representados por la presencia de nuevos virus, incendios, deshielos, apagones informáticos globales y otros acontecimientos.

Amilanados

  Por: Juan Morales Ordóñez -

Avergonzados. Temerosos. Con recelo y miedo de evidenciarse y mostrar su identidad. Con pudor de decir lo que son y lo que representan. Acorralados por quienes les dicen que no pueden hablar porque el diálogo sobre esos temas no puede darse con quienes no tienen ningún derecho a decir nada, porque de lo que se trata ahí no requiere del criterio religioso y sí de todos los otros, menos esos y tampoco ningún otro que represente algo que no quieren escuchar porque está mal y no tiene sentido. Porque esos que vociferan no soportan que su brillantez conceptual sea discutida un ápice por nadie y menos por religiosos, considerados por ellos como no aptos para decir lo que piensan sobre un tema u otro. Así, desde esa posición, poco a poco se edifica una visión social que por intolerante se podría prever se consolide solamente en un momento de la historia, pero no tendría futuro... a menos que la decadencia se imponga.

Los herejes contemporáneos no son solamente los religiosos, lo son en general quienes se atreven a opinar en contra de criterios basados en evidencias irrefutables, claro para los dueños de la verdad. Que se indignan y rechazan lo diferente, sintiéndose tan seguros que son capaces de insultar, excluir, denigrar y más tarde, cuando tengan el control total de las cosas, quizá eliminar la disidencia que estorba. Porque ellos pueden ver y los otros, ciegos y tontos, están en el error.

La razón de los científicos

  Por: Juan Morales Ordóñez -

En los procesos de análisis y toma de decisiones en las diversas situaciones que se presentan en la vida social, entre nosotros, a menudo escuchamos y leemos que el criterio científico es el que debe determinar la posición que se adopte. Seguramente, este punto de vista responde a la evidente importancia de la lógica formal, esencia de la aproximación científica que permite comprender y describir los fenómenos materiales. El desarrollo –vertiginoso e indetenible– de la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas es producto de la rigurosidad de su análisis. Los conocimientos científicos están presentes en todos los ámbitos sociales, muchas veces utilizados para la beneficencia, pero también para la devastación, el control abusivo de los otros y el fortalecimiento de poderes políticos no siempre orientados al bien común.

El descubrimiento del funcionamiento objetivo de la vida orgánica y de la materia es extraordinario. En gran medida, el desarrollo civilizatorio, tanto para el mejoramiento de las condiciones de vida como para el forjamiento indetenible de condiciones que pueden llevar al colapso planetario, es producto del método científico. El Premio Nobel de Medicina de 1973, el austriaco Konrad Lorenz, conocido por su figura de sabio naturalista seguido por sus amados gansos, en uno de sus libros, Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros, bromea cuando manifiesta que la observación rigurosa del comportamiento de los animales le permitió a él prescindir del anillo del rey Salomón que le permitía, mágicamente, a este personaje la posibilidad de comprender el lenguaje de los animales y también de ser entendido por ellos.

El ser y el deber ser

  Por: Juan Morales Ordóñez -

La contemporaneidad ha claudicado en la búsqueda de la trascendencia y ha colocado en su lugar a la relatividad de las cosas. Los jóvenes y muchos de nosotros, frente a un tema de juzgamiento moral, respondemos casi unánimemente con palabras estereotipadas como ‘depende’. Todo el mundo tiene razón y lo bueno y lo malo no se diferencian porque el relativismo se ha impuesto. La integridad y el vicio tienen el mismo valor y no hay conductas mejores o peores… ‘depende’.