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Todos tenemos criterios personales sobre la corrección o incorrección ética de comportamientos, decisiones o circunstancias. Las opiniones morales son el producto de la historia personal de cada individuo, de la cultura en la que ha evolucionado, de sus experiencias, de la educación formal que ha recibido y, por supuesto, del ejercicio concreto de su libre albedrío.
El origen de los refranes se relaciona con la vida cotidiana de los pueblos. No se construyen académicamente desde la voluntad aplicada ni se validan por el cumplimiento de indicadores formulados con antelación. No se presentan en formatos universitarios ni requieren ensayos escritos o tesis redactadas… tampoco columnas de opinión. Dan cuenta del criterio popular respecto a ciertas formas de vida, enalteciéndolas, criticándolas o condenándolas. Representan una especie de quintaesencia de formas de sabiduría espontánea y colectiva. Son verdaderas sentencias populares que nos representan en nuestras aspiraciones y también en nuestros rechazos. Su vigencia se da por la pertinencia de su enfoque. Se adaptan a toda situación y tienen vida renovada cada vez que se los utiliza e interpreta. Representan lo construido culturalmente por formas civilizatorias asumidas históricamente.
He titulado así este artículo para referirme a la necesidad de reflexionar y tomar decisiones que aporten a la compresión del mundo y sus procesos, en tal virtud, precisamente por iniciativa de gente universitaria como Juan Morales Ordóñez, se ha emprendido por investigadores, docentes, estudiantes y ciudadanos de los distintos sectores de la vida cuencana, en la tarea de reunirnos con relativa frecuencia para diseñar la realización de un Congreso de Ética y Bioética de carácter internacional. En esta ocasión con motivo del Bicentenario de la Independencia de Cuenca.
Para muchos esta palabra es un insulto, tanto para quienes la profieren con desprecio como para los que la reciben como afrenta. ¡Reflexionar, exhortar o tener como objetivo la búsqueda de la coherencia del comportamiento con la virtud es débil, menor e intelectualmente deleznable! ¡Es más brillante la ruptura de los cánones morales y la búsqueda de las últimas consecuencias en todas las posibilidades de la condición humana, también dibujada por el individualismo, la fanfarronería, la estulticia, la venalidad y la violencia!